En los albores del siglo XX, los hacendados de Pomalca experimentaron un rápido crecimiento económico y, con ello, un aumento en su poder político. Dentro de su extensa propiedad conocida como «la ranchería», ejercían un poder absoluto, permitiendo únicamente la presencia de aquellos que trabajaban para sus intereses. Las viviendas en la hacienda se asemejaban a un gran cuartel, rodeadas por imponentes murallas que les permitían controlar todo lo que sucedía en su dominio.
Incluso las celebraciones más modestas que tenían lugar en las viviendas estaban sujetas a su autoridad, con una hora límite de las 9 de la noche. Prácticamente, su poder era ilimitado. Además, tenían la capacidad de nombrar a sus propios gobernadores. En momentos de escasez de billetes, incluso llegaron a imprimir su propia moneda para pagar a sus obreros, la cual era aceptada en los establecimientos de la hacienda.
Las calles también llevaban los nombres de los dueños de la hacienda, como la Calle San Carlos (hoy San Martín), San Vicente (hoy 24 de junio), San Salvador (hoy Jorge Chávez) y San Agustín (hoy José Santos Chocano), todos ellos pertenecientes a la familia Gutierrez Pestana, quienes fueron propietarios de Pomalca desde 1902 hasta 1920. Sin embargo, estos hacendados no eran precisamente santos, aunque su poder impactaba en todos los habitantes de la zona, generando un respeto casi divino entre los obreros sumisos e ingenuos de la época.
Con el crecimiento de Pomalca y la llegada de nuevos dueños, se construyeron nuevas calles, como Augusto de la Piedra (hoy Ramón Castilla) y Calle Santa Rosalía (hoy José Quiñones), pertenecientes a la familia De la Piedra del Castillo, quienes fueron dueños de la hacienda desde 1920 hasta 1969. Estos últimos hacendados, los hermanos Ricardo, Augusto y Enrique De la Piedra del Castillo, gozaban de un gran respeto en la región. Enrique de la Piedra Del Castillo fue elegido Senador de la República en dos periodos consecutivos, además de ser nombrado Presidente del Senado y Ministro de Hacienda y Comercio. Julio de la Piedra también fue elegido Senador y ocupó el cargo de Presidente de la Cámara de Senadores.
Este fenómeno de dueños de haciendas con gran poder político también se repetía en otras localidades, como los Aspíllaga en Cayaltí, los Pardo en Tumán y los Izaga en Pucalá.